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Diego Frenkel


Artista
Compositor musical

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Diego Comerci


Dr. en Biología Molecular
y Biotecnología


Microsonoridades

Las formas de vida más importantes en nuestro planeta son invisibles, están fuera de nuestra escala, pertenecen al micromundo. Son formas de vida microscópicas, las primeras que surgieron sobre la Tierra hace 3500 millones de años. Nos exceden brutalmente en número y en diversidad. Todos los animales, plantas, algas y hongos que conocemos son apenas una ínfima fracción de vida comparada a la vida microbiana. Las bacterias y arqueas sostienen los ciclos biogeoquímicos del planeta, son las que generaron el oxígeno de nuestra atmosfera del cual dependemos todos los animales y vegetales y más importante aún, son responsables del surgimiento de todas las formas de vida complejas sobre la Tierra; este evento primigenio de fusión simbiótica entre microorganismos formó las primeras células complejas de la cual derivamos todos los animales y vegetales.

¿Que sabemos de ellos? Poco y nada, la humanidad los empezó a estudiar hace apenas 200 años. Aprendimos a cultivarlos, a aislarlos, a observarlos y conocer cómo se reproducen y metabolizan. Sabemos que forman complejas redes de interacción metabólicas y que han colonizado todos los ambientes del planeta, desde las capas bajas de la atmosfera hasta las profundidades rocosas, desde las heladas aguas de los lagos patagónicos hasta las sulfurosas aguas hirvientes de los cráteres submarinos.

Hace más de 100 años, un microbiólogo ruso, Sergei Winogradsky, fue el primero en intentar recrear a escala de laboratorio la complejidad microbiana de un ecosistema. Agregó tierra del fondo de un lago, un poco de materia orgánica, sales y agua en una columna de vidrio y la expuso a la luz del sol. En pocas semanas, una compleja comunidad de microorganismos de variadas formas, colores y metabolismos colonizó todos los microambientes de la columna, formando un ecosistema microbiano autosustentable. El único input externo que sostiene a este ecosistema son los fotones del sol y el oxígeno. Toda la materia necesaria para sostener la vida en la columna es formada por diversos microorganismos actuando como un consorcio autosostenible: los nutrientes aprovechados por un tipo de microorganismo son transformados en compuestos de desecho que son aprovechados como nutrientes por otro tipo de microrganismo. Se forma así una red trófica autosustentable que en ultima instancia depende solo de la luz. La columna de Winogradsky, así se conoce al dispositivo, significó una revolución en la microbiología: por primera vez se demostraba que la vida orgánica podía sostenerse a partir de minerales sencillos, compuestos inorgánicos y de luz.

La columna de Winogradsky continúa siendo una fuente de conocimientos inagotable. Es sumamente sencilla y económica de hacer y permite generar un ecosistema semicerrado, complejo y autosustentable. En ella, los elementos centrales de la materia orgánica como el carbono, el oxígeno, el nitrógeno y el azufre ciclan en todas sus formas posible de oxidación gracias a la acción de bacterias anaeróbias estrictas, respiradoras, verdes y purpuras sulfurosas, fotosintéticas verdeazuladas, quimiolitotrofas y aeróbicas, que se estratifican en distintas capas (microambientes) formando un patrón de colores único. Una intrincada red de microcorrientes eléctricas canalizadas por microapéndices que protruyen de las células bacterianas como nanocables, permiten intercambiar electrones a expensas de reacciones de oxidación-reducción de los nutrientes que son el sostén de la vida dentro de la columna. Podemos pensar a la columna como una metáfora del planeta, como un microcosmos donde la luz y las formas de vida van interactuando, transformando y reciclando la materia a medida que la metabolizan.

Nuestro proyecto apunta a captar la multitud de microcorrientes dentro de la columna, registrar cómo varían y se modifican ante distintos estímulos lumínicos, químicos y físicos. Mediante el uso de electrodos/sensores colocados a distintas alturas de la columna, se tomaran microcorrientes que serán registradas con micropotenciostatos y transformadas en entradas, construyendo un código/metalenguaje digital que interactuara activamente en lo sonoro-musical, artificios visuales y lumínicos, sirviendo como base para la creación de una performance multimedia. En donde la microbiología experimental, el proceso documental de arquitectura de sistemas junto con el trabajo compositivo se construye, crea y sustenta a través del intercambio interdisciplinario de mentes que se encuentran para descubrir, a través del arte, la ciencia y la ingeniería, la música de un microcosmos viviente y autosustentable.

Con esta propuesta buscamos generar una obra musical de impacto, que nos permita hacer sentir profundamente la enorme complejidad de nuestro hábitat, e invite a la reflexión sobre la fragilidad, de la vida en la Tierra y tal vez, porque no, escuchar lo que la vida, en el más profundo de los sentidos, tiene para decirnos.


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